Estamos tan acostumbrados al modelo de vida que se nos plantea hoy, que casi está completamente perdida la esencia. Prácticamente nadie se cuestiona, ni puede cuestionarse, el consumismo aberrante que dirige nuestras sociedades. Lo hicieron parecer algo tan normal en algún momento de la historia, que hoy simplemente lo damos por sentado. Es muy difícil incluso imaginar, que este consumismo desenfrenado en el que vivimos responde simplemente a los intereses de unos pocos, muy pocos, y se aleja enormemente de lo que nos quieren hacer pensar, que lo que consumimos es un beneficio para quien lo consume. Sumando y restando, el consumismo salvaje al que nos introducen desde el día de nuestro nacimiento, se traduce casi indeleblemente en el endeudamiento.
Es por esto que hoy en día, podemos incluso ver a “nuestros” políticos, a quienes se supone que representan a la gente (que concepto tan malogrado por lo demás), pero que en realidad son hijos y sirvientes esclavos del imperio, solo para recibir una tajada un poco más grande, vendiendo ni más ni menos que los derechos, con un descaro digno del mismísimo demonio, y lo venden en créditos de 15 o 20 años. Me considero más bien pacifista, pero si me preguntan si creo que estos abusos descarnados justifican una revuelta armada…. Yo digo sí señor.